El 4 de diciembre de 1928, meses antes del fatídico crac bursátil de otoño de 1929, el presidente de los EEUU, Coolidge, pronunció en la cámara de representantes el que sería su último mensaje sobre el estado de la Unión: "Ninguno de los Congresos de los EEUU hasta ahora reunidos para examinar el estado de la Unión tuvo ante sí una perspectiva tan favorable como la que se nos ofrece en los actuales momentos. Por lo que respecta a los asuntos internos hay tranquilidad y satisfacción (...) y el más largo periodo de prosperidad. En el exterior hay paz, y esa sinceridad promovida por la comprensión mutua..."
Tercera parte
En los años álgidos de especulación bursátil e inmobiliaria se popularizó en la prensa especializada un término económico muy llamativo: "círculo virtuoso". Con él se quería describir el modelo de crecimiento de la última década y dar carta de naturaleza a la idea, profundamente equivocada, de que los ciclos de boom y recesión habían sido felizmente superados. Como es habitual en los periodos de grandes ganancias empresariales y financieras, la experiencia de anteriores crisis se olvidó con rapidez y no faltaron "teóricos" dispuestos a poner sus "conocimientos" al servicio de las nuevas necesidades de la propaganda capitalista1.
En la medida en que Marx no dejó escrito ningún tratado sistemático sobre la crisis -si bien toda su obra está recorrida por el análisis sobre las causas, manifestaciones y consecuencias de las mismas, en especial el libro II y III de El Capital-, algunos autodenominados "marxistas" y "socialistas", especialmente del medio académico, han intentado aproximarse a la cuestión de una manera unilateral y artificiosa, señalando uno u otro factor como el decisivo en su desencadenamiento.
La vigencia de la teoría marxista sobre las crisis capitalistas (I parte)
La crisis brutal del mercado financiero se ha transformado en una metástasis para la economía capitalista. La infección ha contagiando a un organismo que atraviesa una prolongada fase de decadencia y senectud, y que hace mucho tiempo dejó de jugar un papel progresivo en el desarrollo de las fuerzas productivas. Tras años de ilusiones y propaganda apologética, el fantasma real de la crisis y la recesión se ha presentado de imprevisto en la economía y la política mundial, amenazando con instalarse cómodamente por un periodo prolongado. En todo el mundo se habla de la crisis: en los diarios de circulación de masas; desde los gobiernos y las instituciones financieras; en las tribunas académicas y, por supuesto, en el seno de la clase obrera, en los barrios, las fábricas, los hogares... Después de años de beneficios multimillonarios, de burbujas financieras e inmobiliarias, de endeudamiento masivo y precariedad, la incertidumbre y el miedo sobrevuela el pensamiento de miles de millones de personas.
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